sábado, 21 de noviembre de 2015

Mujer sobre lienzo
Tristísima y adorable chiquilla,
el alma se me escapa al verte,
me apena descubrirte así,
tus bellos ojos
no enjugan lágrimas,
¡llora por mí!
deja caer tus lamentos
sobre mi manto negro
dorado de estrellas,
ese será tu consuelo
y mi bendición.
...
Tu cutis pálido,
tus pupilas
de un torrente verdoso,
tus cabellos
como fuente anaranjada,
tus contornos bien dibujados.
...
Mi adorable niña
me duele el ánima
cuando te miro
y tú no me devuelves ese mirar.
...
Cántame tus dulces sueños,
tu distinguido vuelo
de lluvia atrapada
en los ventanales de cristal.
...
Tu porte fino y seguro
rojizo y amarillento,
tu delicadeza que rompe
con esa rudeza que soy yo.
...
Cántame tus ilusiones
desde ese lienzo
en el que yo te plasmé
y vuela, vuela chiquilla
con mis pinceles te di alas
y ahora te me escapas
con tus ojos húmedos
de gotas de agua apagadas,
de luces oscuras
de música sorda.
...
Me cuentas
que hice de ti una esclava,
que te vas a otros puertos
con la estela amarga
que yo te ofrecí,
fuiste mi viva creación
y ahora huyes de mí sollozando.
...
Mi chiquilla bañada en plata
se libre, vive tus sueños
y ese amor que te ofrecí
con mis pinceladas
que ahora derraman
pintura negra, soledad opaca
y es que te pierdo, niña mía,
te soñé un día
y hoy la que sueña en verde
eres tú, mujer.
...
¿Por qué sonríes ahora,
si yo no dibujé esa risa?
¿acaso te ofrecí tanta libertad
con mi alma apuntando en tu rostro?
Tus labios blanquecinos
me susurran tu vuelo
que será en la noche mas clara.
Te regalaré mi capa negra
de estrellas,
húmeda del rocío
de tus ojos vibrantes,
penetrantes,
que destilan aceite
y aguarrás.
...
Niña mía vete pronto
en un suspiro mío
con tu andar mas sinuoso
antes de que me cubra
la luz mas oscura,
la mas intensa
la que mas me ciega.











domingo, 8 de noviembre de 2015

Transgresión

Mis pies apacibles, doloridos y descalzos
caminan por este mundo
bañado en piedras coloridas,
tapiz elaborado,alfombra limpia que piso,
mis manos palpan esas humedades,
su torso es singular y elegante.
...
El apreciado mar embravecido
me recibe manso, con dignidad,
me dejo atrapar por su corazón
verde y salvaje como gigante
que me envuelve en su totalidad
como almohadas rizadas forradas de luz,
bajo una asombrosa puesta de sol.
...
Las poderosas rocas
se estrellan en mis ojos
en una foto instantánea
de durezas que absorben
el hilo de mis pensamientos,
se disuelve en mis pupilas
su rocío de gotas de agua pura,
cristalina y salada..
Reinado en infinidad de sombras,
de sueños que tiritan de frío,
y tienen alas,
espuma que se crece con furia
adornando esa extensa playa
solitaria, ruda y singular,
cubriendo mi manto
de un cielo oscuro
que se lamenta amargamente,
los sueños se me escapan
de las grandes manos de un océano
de plata líquida, vaporosa.
...
Desde el pecado vine a curarme
y ni el mismo dios me absolverá
me entrego por entero
a las transparencias
en un reflejo que se descubre bajo las olas
me siento como esa agua, embravecida,
un cielo rojizo viste mi desnudez
las alas de mis quimeras no vuelan
la humedad apaga sus hilos de nácar
hasta que la dignidad del sol
las seque con sus destellos.
...
Me encuentro tendida en la orilla
bajo un cielo que se subraya
del mismo color que el mar
confundiéndose en él,
sobre ese mundo de piedras
que curan mi espalda,
sobre esa ilusión de olvido elegante
que me llena de besos
con su cuenco estrellado,
con sombreros de plata
cosquilleando mi cuerpo.
...
En la orilla descalza de la basta playa
observo mi segunda piel
mojada de ese monstruo salado e inmenso,
la primera se la bebió el océano
en su copa de corazón de barro.
En su traspirar caliente
la brisa de mar acaricia
mis párpados azules,
susurrándole a los poros
de mi epidermis blanquecina
que no hay pecado,
desdibujando mi angustia
me ha dado permiso
para volver a pecar.
...
-Yo soy el mayor desliz.
Me canta el mar
en un suspiro, hilo musical.
-Tú eres puro y translúcido.
Le digo yo repleta de sombras.
-Hasta que llegaste tú
y rompiste con mi sagrada soledad,
con mis mas bellos pensamientos,
con mi mas bravío silencio,
con mi música sorda
y osaste pasear mi alfombra
de piedras que danzan
como damas coloridas,
observaste sin reparos
a esas rocas amigas mías
que gritan mis silencios,
en donde mis alas vuelan
como olas que atropellan
su autentico estado rocoso
y soñaste bajo ese cielo
transparente de ilusiones.
Pecado soy yo, mujer,
desde que me amaste tú.
...
El mar me sonríe
delatándose, encantador,
yo me voy más viva que nunca
y el reinado de esa playa solitaria
se disuelve en mis ojos estrellados
como el airecillo suave y transgresor
de un abanico malva.