Paseo
Bello ojazo azulado y cristalino,
enorme como un cuerpo grande, de mirada limpia e incendio que me mira
iluminando mi rostro de terciopelo y azafrán.
Después de una siesta tranquila te
observo, luces cuatro patas, me silvas para que suba a tu lomo
registrando antes mi mente, vacía de tu silencio, de tu agradable
suavidad como plumas de colores, absorbidas por el espacio, tenues,
que adornan mi espíritu, tu honradez.
Ojazo verdoso confundido entre el
azulado anterior,en tu inquietud viva me confundo y por un instante
dejo de ser quien soy, para ser una mudez absoluta, mi garganta ya no
vocaliza,me mudo con tu enorme azul y verde, escapo hacia tu mirar,
tu pupila incendiada no me quema porque cuando soplo se descubre de
hielo, subo a tus espaldas de ojazo con lomo, me llevas, tirito de
frío, me das luz y calor. Todo es mas grande allá arriba, en donde
vuelan las aves, el camino abajo se descubre basto, indigno, pero yo
quiero vivir esa indignidad, esa dureza. Adivinas mis pensamientos y
me dejas allí, cerca de un pequeño lago, continuas observándome,
esta vez resignado.
Yo permito que me observes y me lavo la
cara en esa agua dulce, el sol comienza a salir e ilumina una de mis
mejillas.
El verde azulado de tu ojazo se
transparenta en el resurgir de una luz de mediodía
potente.
......
El camino es solo mío, como ya os dije
al principio, de terciopelo y azafrán.