sábado, 21 de febrero de 2015

Oasis

Un mundo de mar
salado y transparente
son tus lágrimas de aguja
que se clavan como plomo
en mi pecho.
...
Llena de vida estás,
tu energía vital, delicada,
circula por todo mi espacio
como la sangre que recorre
todo tu cuerpo
y se descubre en el halo
que dejas al caminar
cubriéndolo todo en esencias.
...
Yo quiero permanecer ahí
en ese universo sagrado
hasta que me quede sin aliento
hasta que se achique mi alma
hasta que la oscuridad de tu luz
me alcance y me haga zozobrar.
...
De esa sonrisa apaciguadora
de ese dorado punzante
que me duele
y que dibuja en mi chaqueta gris
lunas viejas de papel mojado.
...
Eres el sol que anochece en mis ojos,
la noche que da luz y color a la nada,
las risas que adornan los hilos
que teje mi espalda.
Eres bosque arrogante,
riachuelo que no apaga mi sed,
hielo que da calor a mis pies
dormidos por el desaliento
de tus pestañas desafiantes,
de tus redondos y absorbentes ojos
que lucen mis sueños
de tus enredados y azulados cabellos.
Eres el fuego que arde y no quema
la llama más ciega en la que vivo.
...
Te vas con esa luna
que me destierra de tu horizonte,
que te tiene atrapada.
Luna vacía, opaca, de hielo
que hace tiempo perdió su magnitud,
esa luna de tinta negra,

en su falsedad de terciopelo
que dibujaste en el húmedo cristal
que te ciega, que te amarga,
que te pasea por un cielo muerto.
...
Me dejas aquí solo en soledad,
soledad que embriaga y acuchilla,
mis ojos se funden en el espejo
cuando te miro soñar despierta,
embrutecida, con sabor a melancolía.
Me dices adiós y yo te juro me muero
me muero al verte perdida,
azotada por el viento,
un viento que te atrapa, que te ahoga,
que te sumerge en un pozo profundo
de cintas de oro en tela negra,
de estelas de rocío
que te salpica en las sienes.
...
Si algún día vuelves, amor,
hazlo ligera y a un sol desértico,
con tu cuerpo, dunas de arena,
yo te daré de beber
del mismo cuenco que el mío
que dibujaron mis manos
y deleitan mi corazón,
agua pura de mis sentidos,
vino embriagador
de mis anocheceres.
...
Volverán nuestros besos
lunas certeras que iluminan
aliados cuerpos,
senderos impávidos,
serenos, voluptuosos.
Color añil que duerme junto a mi,
calentando tus delicados pies,
tu alma descalza.
...
En el umbral de mi habitación
solo veo el etéreo rojo
de tus labios encendidos
como candelabros de plata,
y estoy solo.



domingo, 15 de febrero de 2015

Adoración

La belleza y lucidez
de tu mirar
lo descompone todo,
como el oleaje del mar
barriéndome, salpicándome...
...
Conchas de arena en mis pies
humedades en mis cabellos,
rociada por tu perfume
de océanos tibios y salados
...
Atada a tu cintura estoy
meciéndonos a un vientecillo
fresco y suave.
Ternura a miel y a besos
y en mi espejo más íntimo
te descubro
como sombra tras de mí
de tonalidades tenues
dando holgura
a mi leve sonrisa.
...
Mi tez blanca como la espuma
se sonroja al descubrirte
tan cerca de mí.
Pétalos de rosa a mis labios,
fuente de arrollo a mi horizonte
desvelando hojas verde limón.
...
Mis ojos se dibujan mas penetrantes
contagiados por los tuyos,
tu rostro se confunde
con el mío azulado y verdoso.
...
Ya no se a quién de los dos
pertenece ese eclipse,
ni tampoco donde empiezas tú
y donde termino yo.



lunes, 2 de febrero de 2015

Pinceladas hogareñas

Al leve aire de un verano cualquiera, el cielo de un azul y una mirada intensa: tranquilo, limpio, genuino, delicado...
Un calor pesado, húmedo, agotador. Me ardían la cabeza y el alma en tinta transparente, debatiéndose entre ellas en una guerra sin fin.
Yo me mecía en una hamaca color crema, a mi ánimo y desánimo.
Una hoja verde cayó en mi hombro enojado, su brillante perfume era dulce a un firmamento mojado, quizás debido a unas minúsculas gotas de lluvia que humedecían el solado de ese terrado mezquino,pero el viento silencioso y suave se la llevó, con su simpático y revelador airecillo, y aterrizó en el ingente jardín de mis latosos, insufribles vecinos.
Observé las raídas cuerdas de un metal robiznado, de un viejo columpio que me miraba desafiante cantándome sus miserias.
......
Me iré de este lugar, con paso firme, que me huele a fantasmas borrachos, al sol seco de un verano sucio y de vértigo que quiero de una vez y por todas dejar atrás.
Vuelven las gaviotas y no hay mar, les daré pescado fresco, son bellezas íntegras de la extraordinaria naturaleza, las dejaré pasar a mi humilde hogar, que yo misma he creado: de sol y de lluvia, tonalidades frescas, silencios tostados de luz, cielos limpios, pausados, sin lágrimas, sonrisas plácidas y benevolentes.

-Serpentina ondulada -