- A mi padre-
...
Aquellos extensos campos de naranjos
olían a azahar, tierra húmeda,
aire fresco, hierbabuena, romero, y a
tu sudor, que como por un sendero,recorría toda tu frente, marcada
de bellas arrugas al sol de aquel basto terreno.
Labrabas la tierra prodigiosa,
mezclándose tu cuerpo bello con todos los olores, eras pura esencia.
Tu perfume, el néctar que yo bebía y esos gajos de naranja que
saboreábamos juntos, sabrosos, perfectos.
Removías la tierra con tu azada, todo
el líquido que corría por tu frente y tu rostro se me contagiaba;
muchas veces hacía un espeso calor, otras un hilo de aire fresco
recorriendo nuestros cuerpos húmedos. Me enseñabas a coger la
azada, yo lo hacía muy torpemente, me sentía importante, trabajando
a tu lado.
Hacías caballones, montañas de tierra
en hileras perfectas, separando unas tiras de naranjos de otras,
luego entraba el agua a mares, encharcándolo todo, mezclándose con
todos los elementos y mojando nuestras zapatillas,hundiéndose
nuestros pies y dejando nuestras huella marcadas.
Aquel sentido del gusto y del olfato en
nombre propio, nunca ya lo perdí, aveces viene a visitarme por medio
del halo del aire que respiro y dejando salir libremente mis
recuerdos, siento mucho placer, un placer inmenso que me abriga y me
reconforta.
Aun puedo ver tus enormes manos,
trabajando, removiendo esas tierras que te envolvían en tanta
belleza, aun puedo oler a naranja mezclada con tu sudor:Azahar, rosas
rojas, flores silvestres.
Cuidadoso trabajo, duro, tenaz,
generoso.
Amor, todo en aquellos campos
trabajados por ti era puro amor.